El tratamiento de la patología artrósica es difícil, teniendo en cuenta que no hay un tratamiento de referencia consensuado. Por eso, este artículo se basará en las recomendaciones creadas para optimizar el tratamiento de la artrosis, que por múltiples razones han sido puestas en tela de juicio y que, de un modo general, se aplican poco. La artrosis es una enfermedad de la articulación en su globalidad: cartílago, meniscos, ligamentos, huesos, sinovial, músculos, vasos y nervios. Cada una de estas estructuras tiene sus posibilidades terapéuticas. Algunos factores de riesgo son accesibles a una prevención primaria o secundaria. La artrosis es heterogénea, con numerosos fenotipos dependientes de múltiples factores que tienen flancos débiles para tratamientos dirigidos. En todas las recomendaciones se señala el interés de asociar modalidades farmacológicas y no farmacológicas. Según un algoritmo general cómodo, debe implementarse lo antes posible un núcleo terapéutico básico para todas las localizaciones: información y educación, autocuidados, reducción del sobrepeso, ejercicio en todas sus formas. Las medidas que facilitan la adhesión del paciente al tratamiento son esenciales. Si las recomendaciones incluidas en el núcleo no bastan, puede recurrirse a los medicamentos dispuestos en un primer círculo, relativamente seguros y con las mejores pruebas de eficacia: paracetamol, teniendo en cuenta nuevos datos en cuanto a su eficacia, en realidad moderada, y antiinflamatorios no esteroideos tópicos según necesidad. Si estas medidas no bastan, puede recurrirse a los del segundo círculo exterior: modalidades adyuvantes, de eficacia menos demostrada o realmente menor, o que implican más riesgos, divididas en cuatro grupos: opciones farmacológicas, técnicas de autocuidados, cirugía, otras modalidades no farmacológicas de las que forman parte los antiartrósicos de acción lenta y los viscosuplementos no incluidos en el algoritmo inicial.