Las urgencias quirúrgicas pediátricas del recién nacido y del lactante son una situación clínica angustiosa para el médico. La urgencia perinatal puede ser previsible en la sala de partos o surgir de imprevisto. El tratamiento de las urgencias quirúrgicas en la sala de partos se ha modificado por el seguimiento obstétrico y el diagnóstico prenatal. El descubrimiento de una malformación durante la evaluación sistemática prenatal permite orientar a las familias hacia una maternidad de nivel 3. El objetivo es que el nacimiento tenga lugar en un medio especializado con el fin de no perder un tiempo precioso para el recién nacido. Algunas de estas patologías pueden comprometer el pronóstico vital inmediato. Dependiendo de la edad, existen varias situaciones: las urgencias torácicas por la dificultad respiratoria (malformación congénita pulmonar, hernia diafragmática), los obstáculos digestivos responsables de oclusiones (vólvulo del intestino delgado debido a malrotación, atresias digestivas, malformaciones anorrectales, íleo meconial, enterocolitis ulceronecrosante, enfermedad de Hirschsprung, apendicitis, estenosis del píloro, invaginación intestinal aguda), las urgencias parietales (laparosquisis, onfalocele, hernia inguinal) o las urgencias urológicas (válvulas de la uretra posterior, torsión del pedículo espermático). El objetivo principal en las urgencias quirúrgicas del lactante es establecer el diagnóstico y realizar el tratamiento lo antes posible. La anamnesis y la exploración física son esenciales para un diagnóstico adecuado. Las pruebas de imagen necesarias no deben retrasar el tratamiento quirúrgico, por lo que es importante una buena colaboración entre las distintas especialidades médicas que se encargan del niño (médico de urgencias, pediatra, reanimadores, radiólogos). En todas estas situaciones de urgencia, se debe informar a los progenitores. Éstos se encuentran en una situación muy vulnerable y requieren una atención particular en servicios que puedan acoger a los niños y los progenitores.