Hipertensión aguda - 04/02/09
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Resumen |
La gravedad de una crisis hipertensiva no depende tanto de los valores absolutos que haya alcanzado la presión arterial como de la presencia de signos de sufrimiento visceral. Por tanto, los cuadros de hipertensión aguda sin repercusión clínica deben distinguirse de las urgencias hipertensivas, en las que los signos de sufrimiento visceral obligan a administrar rápidamente un tratamiento antihipertensor. Las principales urgencias hipertensivas son la disección aórtica, la encefalopatía hipertensiva, la isquemia coronaria aguda, el edema agudo de pulmón, la eclampsia y la insuficiencia renal aguda. La hipertensión arterial maligna es una urgencia hipertensiva especialmente grave porque conlleva riesgos de ceguera e insuficiencia renal irreversibles. En algunos casos, las crisis catecolaminérgicas y las crisis hipertensivas postoperatorias necesitan tratamiento urgente. La atención de las urgencias hipertensivas, que si es posible se realiza en una unidad de cuidados intensivos, comprende la administración de un fármaco antihipertensor intravenoso y la monitorización hemodinámica. Exceptuados los casos de disección aórtica, no debe disminuirse la presión arterial más de un 20% en unas horas. La reducción tensional demasiado brusca puede inducir accidentes isquémicos graves, en especial en aquellos pacientes cuyos mecanismos de autorregulación se han adaptado a una hipertensión crónica y en las personas de edad. Por razones similares, casi ningún acceso de hipertensión con accidente cerebrovascular, aunque sea hemorrágico, debe tratarse con un antihipertensor. Los medicamentos antihipertensores que más se utilizan en situaciones de urgencia son las formas inyectables del nicardipino, el urapidilo y el labetalol.
El texto completo de este artículo está disponible en PDF.Palabras Clave : Hipertensión aguda, Urgencia hipertensiva, Crisis hipertensiva, HTA maligna, Encefalopatía, Tratamiento antihipertensor
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