Una cardiopatía es en general sinónimo de enfermedad crónica y grave. Domina todas las fases del desarrollo del niño y, por tanto, condiciona su vida. Esto se debe, por una parte, a los problemas físicos de salud pero también, por otra, a los trastornos psicológicos y sociales secundarios. El desarrollo de su vida, tan normal como sea posible, condiciona la calidad de ésta, su futura autonomía y, en consecuencia, el éxito completo del tratamiento. El pediatra y el médico general deben abordar los problemas del niño y de su familia de forma global, y a menudo guiarles a través de los obstáculos de la sociedad. La vida familiar, el colegio, la formación profesional, la práctica deportiva, la incidencia sobre las enfermedades corrientes y las consecuencias dietéticas reclamarán su atención tanto como el tratamiento y la vigilancia de la cardiopatía en sí misma.

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