En el recién nacido, una mineralización ósea de calidad requerirá un aporte de minerales y vitamina D que se adecúe a sus necesidades, así como la puesta en marcha de una serie de sistemas de regulación. Todos estos fenómenos se inician en el período fetal. Así mismo, en caso de parto prematuro, el metabolismo fosfocálcico se encuentra alterado: disminución de las reservas minerales, déficit de vitamina D, trastornos de la absorción intestinal, retención fosfocálcica alterada, etc. Los trastornos del metabolismo fosfocálcico resultan pues frecuentes en los recién nacidos prematuros. La hipocalcemia precoz, antes del cuarto día de vida, se observa con mucha frecuencia cuando el peso es muy bajo al nacer; clásicamente asintomática, es de corta duración. Otras alteraciones son específicas del niño prematuro. La osteopenia del prematuro, cuya etiología es multifactorial, por lo general se corrige en el primer año de vida. La nefrocalcinosis consiste en el depósito de calcio en el parénquima renal; su diagnóstico es ecográfico en el primer mes de vida y su evolución clásica consiste en la regresión de las imágenes en un plazo más o menos largo; sin embargo, sus consecuencias cardiovasculares y renales potenciales están aún por precisar. Una intervención nutricional meticulosa en los niños prematuros, en relación con los minerales y la vitamina D, debe permitir la prevención de los trastornos fosfocálcicos en el período neonatal.