La biopsia de un tumor óseo es un acto que hay que meditar y planificar después de efectuar una exploración física minuciosa y un estudio por imagen completo. El diagnóstico de una lesión ósea (tumor, displasia, seudotumor) se basa en la confrontación de los resultados del examen patológico con los de la exploración física y del estudio por imagen. Cualquier discordancia deberá conducir a reconsiderar el caso en una reunión de concertación multidisciplinar (RCM) y a efectuar una nueva biopsia si fuera necesario. La biopsia es la primera etapa del tratamiento de un tumor óseo y, en la mayoría de los casos, es esencial para iniciar el tratamiento. Ante la sospecha de un tumor maligno, la indicación de la biopsia, el sitio en que se realiza, los aspectos técnicos y el acondicionamiento de las muestras son elementos que deben considerar de forma conjunta el radiólogo, el patólogo y el cirujano en el contexto de una RCM en un centro de referencia para el tratamiento de los sarcomas óseos. La biopsia debe efectuarse a lo sumo 1 semana después de la consulta con el cirujano encargado de la futura resección del tumor. Las biopsias quirúrgicas y percutáneas tienen ventajas e inconvenientes y, en consecuencia, indicaciones propias y a menudo complementarias. La biopsia quirúrgica suele ser preferible porque permite obtener una cantidad suficiente de material. Cada vez que se sospecha el diagnóstico de un tumor óseo maligno, conviene adoptar esta conducta para que la biopsia no comprometa las posibilidades de hacer una resección quirúrgica conservadora. La biopsia responde a reglas precisas, y las vías de acceso dependen de la localización y de la presunción sobre el tipo de tumor. La cicatriz de la biopsia debe resecarse en un solo bloque con el tumor.