El accidente cerebrovascular (ACV) del paciente anciano es más grave, la distribución de las etiologías es diferente, en particular con una prevalencia más importante de la fibrilación auricular, su mortalidad es mayor, las recidivas son más frecuentes y la recuperación es menos buena. Los trastornos cognitivos previos al ACV interactúan frecuentemente con las lesiones vasculares y aumentan el riesgo de demencia después del ACV. Aunque los pacientes ancianos benefician de unidades neurovasculares, tratamientos de reperfusión cerebral, así como de tratamientos de prevención secundaria, los datos procedentes de los registros muestran una movilización menor de los recursos médicos. Con la prolongación de la vida en los países industrializados, el ACV del paciente anciano se ha convertido en un auténtico reto de salud pública, cuyo tratamiento debe optimizarse.