Después de presentar los modelos cognitivos de la planificación y la producción del gesto, los autores especifican sus contribuciones a la comprensión de los mecanismos patogénicos de la apraxia del gesto. Se describe la metodología de la evaluación, ya sea de naturaleza analítica o ecológica. La evaluación en el marco de la dispraxia con su especificidad evolutiva se considera tanto por una síntesis de los últimos trabajos relativos a los mecanismos subyacentes y a los intentos de tipologías como por la frecuente comorbilidad con otros trastornos del desarrollo que pueden interferir en la comprensión de los resultados. La evaluación analítica de adultos apráxicos se considera de acuerdo con dos baterías de pruebas. La primera batería, relativa al protocolo de Angers, se construye a partir de la observación de los comportamientos gestuales patológicos. La evaluación de un trastorno del gesto (apraxia ideomotora) se lleva a cabo observando la capacidad del paciente para reconocer las pantomimas y producirlas él mismo. La evaluación de un trastorno de uso de objetos (apraxia ideatoria) se basa en el modelo cognitivo que disocia la planificación gestual de su producción. La segunda batería de evaluación de las praxis (BEP) se construye según el modelo teórico cognitivo de Rothi y Goldenberg, elaborado a partir del modelo de Roy y Square. El objetivo de las pruebas es evaluar de forma específica cada circuito de la estructura cognitiva modular, según la modalidad de entrada propuesta. En este marco, los autores recomiendan profundizar en la evaluación de la agnosia corporal. La evaluación ecológica se lleva a cabo con actividades diarias, ya sean espontáneas o construidas por el terapeuta. Al ser su objetivo cualitativo, el evaluador observa y analiza el impacto de la facilitación para poner de relieve las incapacidades y capacidades de la persona en las actividades cotidianas. La evaluación del niño busca resaltar y cuantificar su déficit de praxis y las dificultades asociadas para desarrollar un plan de tratamiento en el marco de una dispraxia del desarrollo (DD) previamente diagnosticada. Tras la presentación de algunas pruebas de praxis, se proponen pruebas visuoespaciales perceptivas, teniendo en cuenta la frecuencia de las dificultades visuoespaciales conjuntas y pruebas sensoriomotoras para determinar el nivel de coordinación motriz. Las consecuencias de la dispraxia también se evalúan de forma sistemática en la escolarización, incluyendo la escritura y las matemáticas, pero también en las actividades de la vida diaria (AVD) en un enfoque más ecológico. Los autores recomiendan acoplar este enfoque cuantitativo con un análisis cualitativo del rendimiento del niño para guiar mejor la terapia.