El estudio de la voz tiene un doble objetivo: establecer una evaluación del trastorno vocal en un momento dado con vistas a una comparación posterior y evaluar la eficacia del tratamiento, sea del tipo que sea, así como buscar los elementos pertinentes que pueden intervenir en la propia elección terapéutica. Salvo la exploración de las cuerdas vocales, que es un acto exclusivamente médico, este estudio puede realizarlo un médico o un logopeda, pero debe constar, como mínimo, de cuatro elementos: una grabación de la voz en un sistema que conserve la calidad para comparaciones posteriores; la autoevaluación por parte del paciente de su voz y de su alteración mediante alguna de las escalas disponibles. Los problemas de la voz son de tipo funcional y se debe analizar la demanda del paciente; se puede proponer una evaluación cuantitativa e instrumental del problema vocal del paciente. Dependiendo del material disponible, se pueden proponer distintos parámetros: tiempo máximo de fonación y mediciones acústicas más o menos complejas. En realidad, ninguna medida basta por sí sola para caracterizar la voz patológica; la evaluación de las tensiones musculares, posturales y respiratorias del paciente ayuda a determinar las referencias para la rehabilitación vocal.