El gran artejo (o hallux), situado en el extremo anteromedial del antepié, forma parte de una cadena osteoarticular de tres componentes, que prolonga el arco medial y pertenece al pie astragalino, al que corresponde la función propulsora. Incluye dos falanges articuladas mediante una trocoide y unidas al sistema musculotendinoaponeurótico a través de un mecanismo sesamoideo. Ocho músculos (cuatro de ellos intrínsecos) dan movimiento al gran artejo, que se conecta a todas las estructuras proximales, lo que explica la precisión de su funcionamiento como efector final del paso. Sus trastornos, tanto traumáticos como degenerativos, son extremadamente frecuentes; también se encuentra afectado en las enfermedades inflamatorias o metabólicas. Aunque no es estrictamente indispensable para la locomoción, el dolor que puede provocar una alteración es lo bastante invalidante como para alterar la marcha y su modulación. Iniciar el tratamiento de las enfermedades que lo afectan requiere conocer bien su biomecánica. A veces es difícil restablecer su función si se quieren garantizar a la vez ausencia de dolor, movilidad, estabilidad y fuerza de apoyo, ya que posee los dos últimos pivotes de la marcha a nivel de las articulaciones metatarsofalangicosesamoidea e interfalángica, donde las tensiones dinámicas a veces son enormes. Estos pivotes de movimiento deben intervenir en la aceleración, la marcha rápida, la carrera y distintas actividades, entre ellas las deportivas. Por estas razones, el gran artejo puede calificarse como dedo del rendimiento. A veces es necesario sacrificar su movilidad mediante una artrodesis para garantizar una fuerza de apoyo eficaz. El ajuste óptimo de su posición requiere tener en cuenta la biomecánica del pie y de la marcha en el contexto del morfotipo individual. La precisión de su biomecánica debe tenerse en cuenta para la concepción de las artroplastias ya que, según la amplitud de movimiento, la articulación metatarsofalangicosesamoidea puede comportarse como una bisagra o como una articulación diartrodial bicondílea compleja, lo que se aleja bastante de la rótula esférica o de la condílea simple, que a menudo han servido de modelo para la concepción de las artroplastias totales.