El control de la diabetes del niño pretende, como en el adulto, mantener una glucemia cercana a la normalidad. El objetivo principal de los pediatras, que garantizan su puesta en marcha y su seguimiento en el niño y en el adolescente, es la prevención de las complicaciones a largo plazo: la microangiopatía (retinopatía, nefropatía), la neuropatía y la macroangiopatía (aterosclerosis, enfermedad coronaria, accidentes cerebrovasculares), sin olvidar que cuanto antes empieza la diabetes, los efectos acumulativos de la hiperglucemia crónica corren el riesgo de manifestarse más precozmente. Los pediatras que se encargan de estos niños deben también tener en cuenta los aspectos psicológicos, educativos y sociales propios del niño y adaptar el tratamiento a un organismo en crecimiento. Se consiguen los mejores resultados gracias a un diálogo permanente entre el equipo cuidador, el niño y su familia.