La radioterapia actual del cáncer de próstata sólo puede ser conformacional. Consiste en la localización de la próstata mediante tomografía computarizada y en una adaptación lo más precisa posible de los haces de irradiación al volumen-diana. Requiere una sucesión de etapas técnicas cuya práctica exacta condiciona la calidad del conjunto. Esta técnica ha demostrado una mejor tolerancia que la radioterapia convencional, con menos efectos secundarios de manera significativa, en especial rectales. Permite aumentar las dosis sobre la próstata hasta un valor de 80 Gy. Este umbral de 80 Gy será superado probablemente por la radioterapia de intensidad modulada. El beneficio de las dosis elevadas se ha demostrado en importantes estudios prospectivos de ajuste progresivo de la dosis. Dos ensayos aleatorizados publicados se sitúan también a favor de las dosis elevadas, y existen otros en desarrollo. La utilidad de las dosis elevadas estaría demostrada en los pacientes de los grupos intermedios. Es motivo de discusión en los pacientes con riesgo bajo, o bien en los tratados en asociación con la hormonoterapia. La toxicidad principal es rectal; de manera progresiva, se han demostrado imposiciones volumétricas que, en el futuro, deberían permitir disminuir aún más dicha toxicidad. Gracias a los progresos realizados con la técnica conformacional, los resultados obtenidos son similares a los de la cirugía en términos de control de la enfermedad, como se ha demostrado en varias series comparativas. Por tanto, la radioterapia se ha convertido en una alternativa real a la cirugía y debe proponerse a todo paciente con cáncer de la próstata.