La mayoría de los trastornos del ritmo en la edad pediátrica están representados por las taquicardias supraventriculares. La evolución natural de las taquicardias del primer año de vida es favorable. El manejo consiste en un tratamiento antiarrítmico durante algunos meses para prevenir la recurrencia y evitar el riesgo de miocardiopatía arrítmica. A partir de los 5-10 años se puede considerar un tratamiento curativo mediante ablación endocavitaria. Los trastornos de conducción del niño se pueden observar en dos contextos diferentes. En el período perinatal, se trata casi exclusivamente de un bloqueo auriculoventricular completo de origen inmunológico. Los diagnósticos de trastorno de la conducción que se realizan más allá de este período son más a menudo evolutivos, se presentan inicialmente como trastornos de conducción parciales. La estimulación cardíaca permanente está indicada en caso de bradicardia sintomática o de frecuencia cardíaca inferior a 50 latidos por minuto. Los trastornos del ritmo hereditarios o las canalopatías son raros pero potencialmente letales. Su tratamiento debe realizarse en un centro especializado. La prevención de la muerte súbita en este contexto pasa por modificaciones del modo de vida, un tratamiento médico y/o el implante de un estimulador cardíaco o de un desfibrilador automático implantable.