La incidencia de las displasias durante el embarazo está estimada en un 1%, y la del cáncer del cuello uterino, en una de cada 10.000. El inicio del embarazo constituye un momento ideal para realizar un frotis cervicouterino (FCU) si no se realizó recientemente y para sensibilizar a las pacientes en la necesidad de efectuar esta detección precoz. Para las lesiones de neoplasia intraepitelial, en ausencia de sospecha de invasión en la colposcopia, el tratamiento puede diferirse al posparto, siempre bajo una estricta vigilancia. Para las lesiones invasivas, el estudio debe completarse con una resonancia magnética (RM) lumbopélvica para definir mejor el tamaño de la lesión. El tratamiento depende del subtipo histológico, del estadio de la lesión, de la afectación ganglionar, siempre que se puedan obtener estos datos (linfadenectomía pélvica por vía laparoscópica hasta las 20-24 semanas de amenorrea [SA] para los tumores menores de 4 cm o por RM en caso de término del embarazo más avanzado), y del término del embarazo. La pareja debe saber que el embarazo por sí mismo no cambia el pronóstico del tumor. Para estos tumores invasivos, el objetivo consiste en aplicar el tratamiento más parecido al de las pacientes no embarazadas y, si es posible, mantener la gestación. El tratamiento debe basarse en un acuerdo multidisciplinario que incluya a los oncólogos con experiencia en el tratamiento de los cánceres durante el embarazo. El Collège National des Gynécologues Obstétriciens Français (CNGOF) estableció una serie de recomendaciones en 2008 para las lesiones precancerosas y cancerosas diagnosticadas durante el embarazo, y el Institut National du Cancer (INCa) publicó en 2016 recomendaciones relacionadas con el tratamiento de los FCU anormales. Este artículo está basado en estas recomendaciones, y ofrece los datos más recientes de la literatura.