Son numerosas las especificidades de la población pediátrica que deben tenerse en cuenta en la reflexión sobre el control de las enfermedades nosocomiales. En efecto, según el tipo de población (prematuros, recién nacidos, niños inmunodeprimidos, otros), el riesgo y los agentes patógenos implicados son diferentes. Además, si bien esta población comparte algunos factores de riesgo de infecciones nosocomiales con la población adulta (hospitalización en reanimación, cateterismos, etc.), se distingue por la inmadurez del sistema inmunitario en los recién nacidos, pero también por la multiplicidad de los «actores» que intervienen cerca de los niños (personal sanitario, familia, visitantes, educadores, profesores, voluntarios, etc.), a los que es indispensable implicar en las acciones de control del riesgo infeccioso. Por otra parte, es importante señalar el aumento del riesgo relacionado con los contactos frecuentes, cercanos e íntimos, que están parcial e incluso totalmente ausentes en el mundo hospitalario «adulto». Finalmente, si bien el riesgo en el mundo adulto se limita a las actividades sanitarias, se comparte, en el sector infantil, con las otras actividades (juegos, enseñanza, etc.), que frecuentemente son comunes. Todos estos riesgos se amplifican todavía más debido a la prevalencia especialmente elevada de ciertos agentes patógenos, como los virus (en particular respiratorios y digestivos), cuyas características específicas (reservorio, vectores de transmisión, duración de la incubación y de la contagiosidad, etc.) es indispensable conocer para limitar el riesgo de epidemias nosocomiales. Para ello, la vacunación (tanto de la población general como de ciertas poblaciones de pacientes de alto riesgo de infecciones graves y de los profesionales de la salud) desempeña un papel fundamental en la prevención del riesgo viral nosocomial. El control del riesgo infeccioso nosocomial en pediatría se resume en los elementos siguientes: un reservorio importante y difícilmente identificable, numerosos vectores potenciales, una población expuesta de manera variable al riesgo o los riesgos, todo ello integrado en las necesidades emocionales y de desarrollo de los niños y a los comportamientos «culturales» de cada uno.