La listeriosis es una enfermedad infrecuente (370-400 casos al año en Francia) pero grave, que se transmite por vía alimentaria y afecta principalmente a los ancianos o inmunodeprimidos (85-90% de los casos) y a las mujeres embarazadas (10-15% de los casos). La listeriosis materno-neonatal complica por lo tanto a unos 40 embarazos al año en Francia, por ejemplo. Los síntomas maternos son inconstantes, banales y benignos: fiebre aislada, síndrome seudogripal, diarrea. Las afectaciones neurológicas y las complicaciones maternas son excepcionales. Por el contrario, la repercusión en el embarazo y en el recién nacido es grave: aborto, muerte fetal in utero, trabajo de parto prematuro, infección neonatal con una mortalidad del orden del 10%. Menos del 20% de las mujeres dan a luz a término a un niño no infectado. Estas características requieren sugerir la listeriosis ante cualquier fiebre inexplicada en una mujer embarazada, sobre todo si se asocia a contracciones uterinas o alteración del bienestar fetal. El diagnóstico es bacteriológico mediante el aislamiento de Listeria en un foco normalmente estéril: sangre, vagina, orina, líquido amniótico, etc. Los hemocultivos son la prueba de elección, pero sólo son positivos en alrededor del 50% de los casos. Tras el parto, se detecta el germen en la placenta y en el recién nacido. El tratamiento sigue siendo empírico. Clásicamente, en caso de fiebre inexplicada en una mujer embarazada, se recomienda una antibioticoterapia con amoxicilina, 3 g al día durante al menos 5 días. Esta estrategia es discutible. En caso de listeriosis demostrada, se recomienda antibioticoterapia asociando amoxicilina durante al menos 2 semanas y gentamicina durante 3-5 días. En caso de una mujer al inicio del embarazo, con una curación clínica rápida con una frecuencia cardíaca fetal normal, se puede plantear la continuación de la gestación. En los demás casos, se debe adelantar el parto lo antes posible.