El tratamiento del embarazo gemelar requiere un buen conocimiento de sus especificidades. La ecografía del primer trimestre, a las 12 semanas de amenorrea, es primordial para establecer la vigilancia de estos embarazos de riesgo. Permite la detección de las anomalías cromosómicas por medición de la claridad nucal, a la que se añade la propuesta sistemática de una prueba de ADN (ácido desoxirribonucleico) libre circulante. Permite reconocer precozmente las malformaciones graves y establecer el tipo de placentación (monocorial o bicorial). La corionicidad determina las estrategias de detección precoz y de diagnóstico prenatal, así como el tratamiento obstétrico. Los embarazos gemelares monocoriales pueden presentar enfermedades específicas relacionadas con la presencia contante de anastomosis vasculares entre los dos fetos, como el feto acárdico, el síndrome de transfusión feto-fetal y la secuencia anemia-poliglobulia. El tratamiento de estas enfermedades requiere una separación completa y definitiva de las vascularizaciones placentarias, o bien por coagulación de las anastomosis, o bien en caso de feticidio selectivo. Estas comunicaciones placentarias también son responsables de un riesgo de secuelas neurológicas o de fallecimiento del feto que sobrevive en caso de fallecimiento del gemelo, por un fenómeno de robo vascular. Ante la sospecha de una anomalía, puede ser necesaria una toma de muestra del corion o del líquido amniótico; la técnica utilizada depende de la corionicidad y de la indicación. Cuando se detecta una anomalía grave en uno de los fetos, puede proponerse una interrupción selectiva del embarazo. La técnica de feticidio en un embarazo bicorial es parecida a la del feto único. En caso de embarazo gemelar monocorial, debido a las comunicaciones vasculares, el acto feticida selectivo debe permitir una interrupción completa y definitiva de la vascularización del feto afectado.