Dentro de las infecciones neonatales, las infecciones víricas presentan un amplio abanico de situaciones clínicas de gravedad variable. La contaminación vírica puede producirse durante el embarazo a través de la placenta. En este caso, algunos virus pueden provocar un retraso de crecimiento o malformaciones, como por ejemplo el caso de la rubéola. Otros virus producirán lesiones viscerales, incluso la muerte fetal in utero. Es el caso en particular de los virus de la varicela, del citomegalovirus (CMV) o también del parvovirus B19. Algunos virus pueden contaminar al recién nacido durante el parto, por el contacto con las secreciones genitales maternas contaminadas. Es el caso del herpes simple o del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Para estos casos de riesgo, se pueden aplicar medidas de prevención orientadas (considerar una cesárea, antiviral específico durante el parto, tratamiento del recién nacido). Por último, el recién nacido, debido a la inmadurez inmunológica, está expuesto en las primeras semanas de vida al riesgo de desarrollar una infección grave en caso de contaminación vírica. Están implicados casi todos los virus: los virus respiratorios, los enterovirus, el virus de la varicela (en ausencia de inmunidad materna). Se deben aplicar medidas de aislamiento y de barrera para limitar el riesgo de contaminación neonatal. Quedan todavía por estudiar numerosos ejes en relación con la investigación de las infecciones víricas. Un mejor conocimiento de los fenómenos de contaminación y de respuesta inmunológica podrían permitir desarrollar medios de prevención (vacunación en particular). Por otra parte, en caso de infección, es importante realizar un seguimiento de los niños a lo largo de varios años mediante cohortes, con el fin de detectar precozmente la aparición de complicaciones infrecuentes o tardías. Como conclusión, las infecciones víricas neonatales representan una importante causa de morbilidad neonatal y pueden ser responsables de secuelas o discapacidad a largo plazo. Por lo tanto, deben tratarse con el mismo cuidado que las infecciones bacterianas neonatales.