Los cuidados paliativos son una atención activa y continua destinada a mejorar el confort y aliviar los síntomas angustiosos al final de la vida. La geriatría es, por definición, una especialidad que se ocupa particularmente de las situaciones al final de la vida. Las patologías implicadas suelen ser múltiples y estar interrelacionadas, con una alta frecuencia de enfermedades neurodegenerativas, a diferencia de las situaciones paliativas de los pacientes más jóvenes, que suelen tener una única causa, regularmente oncológica. En los últimos 20 años, el marco jurídico que rodea al final de la vida ha experimentado importantes cambios, que han mejorado la atención a los pacientes al final de la vida, al confirmar la posibilidad de rechazar la atención por parte del paciente, prohibir la obstinación médica irrazonable y reforzar el papel de la persona de confianza y las directrices anticipadas. La posibilidad de una sedación profunda y continua ha sido oficializada por la ley, con el fin de ofrecer una solución a ciertas situaciones especialmente complejas del final de la vida en las que el sufrimiento se resiste al tratamiento. Los síntomas que se encuentran en los cuidados paliativos son variados y en ellos predomina el dolor, ya sea físico o psicológico. Pero también son frecuentes los síntomas respiratorios, como la disnea, o los digestivos, como los vómitos y el estreñimiento. El síndrome confusional es también una manifestación frecuente en los pacientes ancianos al final de la vida. El tratamiento de estos síntomas suele basarse en el uso de fármacos, pero las técnicas no farmacológicas también suelen ser útiles. Las principales dificultades de los cuidados paliativos en geriatría son el establecimiento del diagnóstico, así como la evaluación de los síntomas y del dolor en particular, debido a los frecuentes trastornos de la comunicación en la vejez. Además, el manejo de la medicación requiere ajustes y una estrecha vigilancia debido a los cambios metabólicos que acompañan al envejecimiento. La mejora de la calidad de vida y la lucha contra el malestar deben estar en el centro de la medicina geriátrica en general, pero también y particularmente en las frecuentes situaciones de acompañamiento al final de la vida.