El mundo médico ha negado durante mucho tiempo la posibilidad de que el feto pudiese sentir dolor. Posteriormente, experimentos realizados en recién nacidos muy prematuros han mostrado que las estructuras necesarias para la percepción del dolor están presentes desde la mitad del segundo trimestre del embarazo. A partir de estos resultados, la necesidad de tratar este dolor se ha hecho evidente. Paralelamente, la mejora de las técnicas de imagen prenatal y el desarrollo de la medicina fetal han permitido manejar y tratar in utero algunas enfermedades fetales. Las técnicas de anestesia y analgesia permiten no solamente manejar el dolor de la madre durante estas intervenciones, sino también tratar el dolor del feto y disminuir, si es necesario, los movimientos fetales durante estos procedimientos.