No existen parásitos intestinales específicos de los niños; sin embargo, como juegan en contacto con el suelo, se infestan de parásitos con mayor frecuencia e intensidad que los adultos. La contaminación puede producirse por vía oral o subcutánea, ya sea cosmopolita o limitada a las zonas tropicales. Estos parásitos son responsables de diversos trastornos digestivos, que van desde la latencia completa hasta la obstrucción intestinal. El diagnóstico se establece cuando se encuentra un elemento parasitario o se confirma mediante un examen parasitológico de las heces. Los tratamientos actuales con derivados imidazólicos son rápidos, eficaces y bien tolerados. Sin embargo, deben ir acompañados de consejos de higiene y de una educación sanitaria permanente desde la primera infancia.