El estrabismo es una enfermedad plural, con múltiples facetas. La clasificación de este trastorno parece imposible a causa de los intrincados aspectos clínicos y mecanismos fisiopatológicos. El pronóstico de los estrabismos se correlaciona con la edad de aparición de los mismos, debido a la influencia de la experiencia visual sobre el desarrollo de las vías ópticas. En caso de estrabismo o de sospecha de estrabismo resulta indispensable una exploración oftalmológica. El estrabismo puede revelar una anomalía orgánica ocular. Ése es el caso, por ejemplo, del excepcional pero temido retinoblastoma. Cualquier estrabismo puede alterar la visión y producir una ambliopía, que a su vez puede inducir un estrabismo. En caso de estrabismo precoz, la ambliopía puede reeducarse, pero manteniendo alterada la visión binocular; en caso de estrabismo más tardío, el tratamiento debe esforzarse por restaurar la visión de cada uno de los ojos y una visión binocular satisfactoria. El tratamiento de los estrabismos debe jerarquizarse: primero hay que restaurar un estado sensorial satisfactorio mediante distintos procedimientos. La corrección óptica es fundamental, y en caso de ambliopía pueden utilizarse la oclusión mecánica y las penalizaciones farmacológica u óptica. En la mayoría de los casos, sólo se plantea la solución quirúrgica en caso de desviación residual en un segundo tiempo, tras lograr un estado sensorial satisfactorio. En cualquier caso, es necesario un seguimiento especializado lo más precoz posible a fin de mejorar el resultado funcional del tratamiento propuesto.

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