La fiebre es una reacción inespecífica de defensa del organismo como respuesta a la acción de diferentes agentes desencadenantes denominados pirógenos exógenos. La fiebre es una señal de alarma. La hipertermia es una elevación de la temperatura central por encima de los 38 ̊C. Para medir la temperatura en el lactante menor de 2 años, la vía rectal sigue siendo la recomendada (no así en el recién nacido, en el que se recomienda la vía axilar), con un termómetro electrónico o de galio. Entre los 2 y los 5 años de edad, la medición rectal sigue estando indicada, pero las vías timpánica y axilar también son aceptables para la detección de un episodio febril, que, en caso de ser positivo, debe comprobarse por vía rectal. A partir de la edad de 5 años, está indicada la vía oral, aunque las consideraciones sobre las mediciones timpánicas o axilares son las mismas. Para una medición o seguimiento detallado, la vía de referencia es la rectal, aunque según el estado del paciente, también puede estar indicado un procedimiento invasivo. La fiebre constituye un motivo frecuente de consulta en la medicina privada y en los servicios de urgencia. Suele generar inquietud, a menudo proporcional al valor de la temperatura e inversamente proporcional a la edad. Esta inquietud, a su vez, conduce a una automedicación generalizada o a la prescripción de antipiréticos e incluso de antibióticos, cuando sólo se debería prescribir un medicamento, como el paracetamol, para aliviar el malestar del niño y no para bajar el valor de la temperatura. Existen varios criterios que, aislados o asociados (edad, duración de la fiebre, tolerabilidad, antecedentes, estado vacunal), orientan sobre la necesidad de realizar pruebas complementarias. El desafío consiste en identificar una posible infección bacteriana grave en un niño que, como único síntoma, presenta fiebre. Se han estudiado y validado diversas escalas clínicas y biológicas para definir a los niños de bajo riesgo. En la actualidad, están en curso estudios sobre combinaciones de proteínas de la inflamación o de ácidos ribonucleicos proinflamatorios para facilitar el diagnóstico de las infecciones virales o bacterianas.