La cirugía bariátrica está en constante expansión desde hace unos años (número de intervenciones multiplicado por tres desde 2006). En 2016, el número de cirugías en Francia se estimó en 58.130 (54.241 en 2014, 50.084 en 2013, 44.992 en 2012) (Haute Autorité de Santé 2017). Entre ellas, el número de gastrectomías longitudinales también ha experimentado un gran auge, pues suponía el 45,9% de los procedimientos en 2014, siendo la técnica más realizada en el mundo. El éxito de la gastrectomía longitudinal se explica por sus numerosas ventajas respecto a otras intervenciones más complejas, como la ausencia de derivación intestinal y de anastomosis digestiva, la técnica quirúrgica más sencilla, el respeto de la continuidad del tubo digestivo que sigue siendo accesible a la exploración endoscópica y la disminución de las complicaciones relacionadas con la malabsorción de oligoelementos y de vitaminas, así como el síndrome de vaciamiento gástrico rápido o dumping. Los resultados de la gastrectomía longitudinal a corto y medio plazo se superponen con los de las técnicas malabsortivas, como la derivación gástrica en Y. La posibilidad de completar la gastrectomía longitudinal con un segundo tiempo quirúrgico si los resultados son insatisfactorios en términos de pérdida de peso y/o de persistencia y/o de recidiva de las enfermedades concurrentes relacionadas con la obesidad (cruce o switch duodenal, derivación duodenoileal con anastomosis única [SADI, single anastomosis duodeno-ileal bypass], derivación gástrica en omega) o de complicación (derivación gástrica en Y) hacen que la gastrectomía longitudinal sea particularmente atractiva.