La pierna es la localización más frecuente de las fracturas abiertas de los huesos largos. Por lo general, son graves y en la mayoría de los casos se producen a causa de un accidente de tráfico. La clasificación de Cauchoix, modificada por Gustilo, tiene un valor pronóstico, pero necesita reevaluarse durante la evolución. La contaminación inicial de la herida puede considerarse como un factor constante en las fracturas abiertas. Los microorganismos más comunes son comensales o residentes, y proceden de la flora cutánea del paciente. El tratamiento inicial consiste en una profilaxis antibiótica y antitetánica, y en la prevención de la enfermedad tromboembólica. Después de la limpieza y del desbridamiento cutáneo, la osteosíntesis es la opción terapéutica habitual. La cirugía de los colgajos representa un gran avance en el tratamiento de las fracturas abiertas de la pierna, ya que favorece la consolidación ósea y disminuye las complicaciones secundarias. Los síndromes compartimentales no son infrecuentes en este tipo de fracturas, pero la aponeurotomía no debe ser un obstáculo para la confección secundaria de un colgajo. Los retrasos de la consolidación y las seudoartrosis son complicaciones frecuentes de las fracturas abiertas. El tratamiento quirúrgico depende de la extensión de una hipotética pérdida de sustancia ósea, y de la posible presencia de infección. Los sistemas de cierre asistido por vacío constituyen una alternativa terapéutica útil en caso de pérdidas de sustancia infectadas y crónicas, pero su indicación también es válida como conducta de primera elección.