Se define el síncope como una pérdida de conocimiento brusca y temporal, asociada a una pérdida del tono postural, de recuperación espontánea. Se debe a una hipoperfusión cerebral global y pasajera. En función de su mecanismo fisiopatológico, los síncopes pueden clasificarse en tres categorías: por desregulación del sistema nervioso autónomo, cardíacos y no cardíacos. Se trata de un evento frecuente en el niño, pero generalmente es benigno. Sin embargo, el principal interés del médico consiste en descartar una causa grave potencialmente letal. El tratamiento de un niño o adolescente víctima de un síncope requiere un buen conocimiento de las diferentes etiologías posibles y se inicia por una anamnesis minuciosa del paciente y de los testigos. Esta primera valoración, en la cual es necesario realizar un electrocardiograma, permite con frecuencia orientar al médico hacia un diagnóstico y considerar las posibles pruebas complementarias que hay que realizar.